«Lector fantasma»

La gran parte del mes que estamos a punto de despedir pasé en Barcelona, tocando como solista-invitado de la Orquesta del Liceu (gracias también a la amabilidad de mi OCG en permitir que me ausente durante este tiempo).

Cuando los ensayos se acababan (tanto los de la orquesta, como las horas de mi estudio individual, al que me dedicaba siempre cuando pude), cogía mis libros, primero uno, luego el otro y buscaba un sitio tranquilo y poco concurrido para poder leer; quise hacerlo fuera de mi pequeña y un tanto claustrofóbica habitación.

En esta busqueda, el sitio ideal resultó ser la terraza interior de una pizzeria en el Centro Comercial Mare Magnum, después de las 16,30 (la hora del cierre de la cocina universalmente aceptada en este país). Lo bueno es que los de la pizzeria no retiraban las mesas ni las sillas de esta terraza, proporcionándome esta situación un inmejorable ambiente para la lectura: silencio, tranquilidad y la ausencia de la irritante musica ambiental tan característica para los ascensores y los centros comerciales (que, curiosamente, la apagaban sincronizadamente con el cierre de la actividad pizzera).

Los pocos transeúntes que circulaban por allí me miraban con algo de  extrañeza, como si veían allí un «ghost reader» sentado en medio de las sillas vacías.

Me pregunto si a aquellos transeúntes les desconcertaba más la figura del lector con que topaban,

o su apariencia algo fantasmagorica?

Supongo que leer en este horario y en un lugar como aquel es bastante probable que te miren como tal.